Manos para sonidos encantadores
 
 

Luthier: uno de los grandes artesanos argentinos de guitarras y, violines, desentraña los secretos de su métier, una tradición de siglos.

Su padre, el genovés Gamaliel Iacopi le enseñó a tratar las cosas de la vida con mucha paciencia, a la vez que lo interiorizaba en la manufactura de guitarras y violines con las maderas más nobles y los sonidos más delicados.

Es por esto que José Yacopi su hijo, nacido en España y su mejor discípulo como luthier, trasladó este consejo a las guitarras. “Una vez, una guitarra mediocre me volvió loco. Pero me costó tanto romperla que tuve que tener paciencia hasta para destruirla”, recuerda con una sonrisa tajante Pepe, como le dicen los que trabajan en su taller de San Fernando, y como lo nombraron quienes ya poseen una genuina Yacopi.

A pasos nomás de cumplir 79 años, casado con una andaluza, con la que tiene un hijo, Yacopi, “vasco y capricorniano”, como se define, es verborrágico a través de un dulce acento español. Muy inquieto, confeccionó cerca de 45.000 guitarras en serie y unas 3000 hechas artesanalmente.

“La guitarra es universal algunos la ejecutan para música clásica; otros la buscan para el folklore. Los rockeros más eléctricos suelen componer en la guitarra criolla y algunos la utilizan como sedante del espíritu con solo rascarla. ¿Sabe que en Asia hay un mercado negro de mis guitarras?”

Comenta sorprendido. Y de inmediato enumera los países a los que exporta: Japón, Suecia, Francia, y España. 

Singular sobreviviente del mundo tecnificado, Yacopi se remonta a los antepasados de sus creaciones; los laúdes. Impaciente, se levanta varias veces de su silla para mostrar sus más preciados ejemplares. Sostiene con afecto una elegante vihuela que ganó, el primer premio Exposición Nacional de Artesanía 1947, de Barcelona. 

“Es un instrumento contemporáneo al laúd, que tuvo su apogeo en el siglo XVI, cuando la nobleza española lo consideraba indispensable en una educación esmerada”, indica. 

Laúd, el antepasado.

Fue el laúd, grande, y bombé, que en el año 1800 sé transformó en la estilizada y femenina guitarra, cuando el andaluz Don Antonio Torres hizo un esquema basándose en la perfección del cuerpo humano.

Papel y lápiz en mano, así lo explica Yacopi: “Torres trazo un circulo y dentro de éste, siete lados y otros siete más insertos. Luego, se largó a trazar líneas y más líneas, hasta que descubrió el diámetro de la boca, la anchura de arriba, la cintura, la parte de abajo y la longitud total. Sobre esta base todos hemos hecho lo mismo” declara.

Una vieja guitarra de Torres se cotiza actualmente en 30.000 dólares. Las de Yacopi se venden en Europa a 10.000. Por eso es que tantos famosos han desfilado por su taller, que huele a maderas de cedro, nogal, y pino. Hugo del Carril, Edmundo Rivero, Oscar Alemán, Eric Clapton, Carlos Menem, Carlos Corach, Atahualpa Yupanqui, Sergio Denis, y Jorge Pérez Esquivel, entre tantos otros.

Aquí, la más cara, construida con aros y fondo de palisandro de la India, con tapa de abeto y diapasón de ébano, cuesta 1700 dólares.

Yacopi advierte que no ha sido un músico frustrado. A los 14 años aprendió a tocar, pero los mejores sonidos salieron cerca de los 20, ya como profesor. “Aunque la verdad duela, que venga: es más fácil vivir de la guitarra construyéndola que ejecutándola.”

De todos modos, es fundamental que su buen oído se acople a la construcción de un buen instrumento. Y señala que “quienes realizan muebles nada pueden hacer en mi taller, como yo tampoco puedo fabricarlos. Una guitarra es una pieza especial que puede conservarse para toda la vida.”

Lorena García

Nota publicada en el diario LA NACIÓN (Argentina) el 30/11/1995, Pag. 8

Guitarras Clásicas de Concierto, José Yacopi - Luthier, Guitarras Criollas, Guitarras Españolas

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