La dinastía guitarrera
 
Vasco de nacimiento y habitante de San Fernando por adopción, este luthier de 87 años nos revela sus secretos en el oficio de confeccionar guitarras admiradas por músicos como Eric Clapton y vendidas en todo el mundo.
Por Camilo Linch / Fotos Axel Indik

JOSÉ YACOPI NACIÓ ENTRE MADERAS Y SIERRAS. DE SU PADRE GENOVÉS HEREDÓ LA PASIÓN POR LA LUTHERIA, UN OFICIO IMPOSIBLE DE ESEÑAR EN UN CURSO POR CORRESPONDECIA Y QUE AÚN CONSIDERA UNA MATERIA EN CONTINUO PERFECCIONAMIENTO. ÉL NO LO DICE, PERO ADEMÁS DE SONAJERO ACUNÓ DESDE CHICO INSTRUMENTOS FABRICADOS POR UN PADRE, QUE LE FUE INCULCANDO SU AMOR POR LA GUITARRA DESDE NIÑO. Y EL TALLER FUE SU PRIMER PATIO DE JUEGOS.

José Yacopi sabe de superaciones. Nació en el País Vasco, donde los Yacopi recalaron tras una primera estadía en Argentina. De ahí, a Francia y de vuelta a España. Empujada por las guerras y la falta de perspectivas, la familia decidio volver a Buenos Aires y se instaló en San Fernando hace cincuenta años, el mismo lugar en que se desarrolla esta charla con una persona tan interesante como abierta, dispuesta a desmenuzar los trucos de su oficio hasta donde el secreto profesional se lo permite. Su caracter es jovial, con un acento español que se aviva con su sonrisa franca y que hace dudar sobre si de verdad cuenta con los 87 años que declara.

Sentado en una silla de lo que antes fue su taller -"ahora tenemos otro cerca de acá"- y que hoy es la oficina de una empresa familiar que algún día heredará su hijo Fernando, José narra sus primeros pasos de vida profesional.


empeze a trabajar acá con mi papá, que fallecio pronto y me quedé absolutamente solo. Pero como había tenido bastante conocimietno no me asuste; confié en mis fuerzas y estuve diez años trabajando en mi banco solito, con mis guitarras, tratando de hacer las cosas mejor que el día anterior. Tomaba notas de cada guitarra que hacía, de los detalles nuevos y cuando terminaba, la probaba, la comparaba, y si parecía que había un avance, seguía por esa línea. Si no, corregía. Así llegué a una calidad de guitarra muy apreciable, y entonces el nombre quedó establecido y creció la demanda."

Al hablar, José Yacopi cierra los ojos, como si hurgara en su memoria para no faltar a la verdad. A su lado, Fernando lo escolta como un escudero fiel y corrige si alguno de sus cuentos, que ya conoce, se sale de su cauce. El hijo sabe que en su padre radica una riqueza que no es material, precisamente, y que el a sus 38 años, es la continuación de una mística apreciada en el mundo entero.

No por nada sus guitarras pueden alcanzar los diez mil dólares en una subasta ("fue una que hice en el año 50; pero yo no vi un peso por eso"), se venden en España, Estados Unidos, Francia y Japón, o que luminarias de la música caigan subyugadas por ellas: "¿Usted ha oido hablar de Eric Clapton? En Alemania vio una guitarra mía, le gustó y la compró. ¿Sabe cuanto pagó? 7.000 dólares. Sí a Clapton le gusta, ¿Por algo será, no?".

Hombre satisfecho de sin mismo con razón ("Creo que todo ha sido hecho con tesón, con ganas y sin fatigarse demasiado, por que si uno se fatiga no vale la pena el esfuerzo. Hay que hacerlo bien y después decir me siento bien. La satisfacción es lo que le da a uno fuerza y tranquilidad."), admite que ahora trabaja menos. "Pero siempre hay que supervisar el trabajo, porque a la hacienda hay que cuidarla. Fernando me ayuda y aprende." El orgullo de padre lo impulsa a resaltar la figura de su hijo contando que "él se ocupa mucho de la exportación y ha conseguido clientes afuera".

- EL OFICIO, ¿SE HEREDA O SE APRENDE?

- No, no se aprende enseguida, por que hay que estar muy familiarizado con todas las cosas del taller, con las maderas. Cualquier cosita chiquita es importante y hay que tomarlo como algo natural; si no, uno no puede dominar ni la herramienta ni lo que está haciendo. Esto no se enseña en la universidad. ¿Por qué suena una guitarra? Uno puede estar capacitado para hacer el mueble perfectamente, pero como no sabe porqué suena, no vale la pena escucharla, no sonará bién.

- ¿Y POR QUE SUENA UNA GUITARRA?

- ¡Ahí está! Hay que combinar la capacidad de tocarla, de usarla, para que las cuerdas cuando vibren produzcan un sonido agradable y fuerte. Las dos cosas tienen que tener el mayor potencial sonoro con la calidad más grata al oido y eso no es fácil. Hay que cuidar los espesores de la madera (eso es importantísimo), qué tipo se utiliza, conocer el origen del árbol, el tiempo que lleva cortado, la humedad.

Don José, como lo conocen en el barrio , comienza así a dar una clase práctica sobre la confección de guitarras de calidad.

"Primero hay que buscar los materiales. El jacarandá es lo mejor. Se usa el de la india, porque del mejor de todos, del brasileño no hay más. Para la tapa armónica, madera de Alaska, por que la parte de arriba , es el quid de la cuestión: es la que produce el sonido, es ella que vibra, recibe el sonido y lo devuelve. Cuando las cuerdas vibran, la madera de la tapa, que es finita y esta reforzada por unas varillas, vibra. Ese movimiento produce oscilaciones y esas oscilaciones producen sonido, que sale por la abertura. El proceso es artesanal: a la madera hay que unirla con cola buena, hay que hacer las partes sueltas según el modelo -eso no es difícil- y después ensamblar todo. Se le ponen adornos; no muchos, depende de la calidad, para que dé gusto verla.
Y luego el lustrado a muñeca, a mano, artesanal también.
Y hay algunas cositas más, pero que uno no va a estar pregonando por ahí por que no vale la pena".

Al oirlo hablar, no es dificil imaginarlo trabajando en este mismo taller. Sentado en su banco, mirando por la ventana. Viendo los días pasar a través de las aberturas de las tapas aún sin ensamblar de sus creaciones. Uno hasta percibe el cuidado que habrá tenido al terminarlas, cuando les arrancaba los primeros acordes con sus manos de concertista, curtidas en años de estudio del instrumento. Las mismas que también armaron alguna vez con talento inigualable réplicas de laúdes y hasta una vihuela capaz de engañar al ojo experto.

"Una vez fui a Suecia a una conferencia y me lleve esta vihuela", y muestra un instrumento precioso, de una terminación que escapa a la comprensión de cualquier iniciado y al que atesora con orgullo. "La vió un representante de Sotheby'ss y le encanto. Me preguntó quién la había hecho. Pues yo, le dije. Ah no, me respondió, lamentablemente no podemos comprar nada de gente viva, por que puede repetir la obra. Una razón muy convincente. Y me lo traje de vuelta a casa."

Además de laúdes y vihuelas, también ha fabricado violines y hasta un contrabajo. "Me fabriqué uno porque tenía una banda y faltaba un bajo. Entonces lo hice.", dice como si fuera la cosa más normal del mundo. Es que todo en él suena a natural. Como al afirmar que el luthier no impone su trabajo, solo lo expone: "El jurado es la gente".

José Yacopi también es celoso de su metier. Sabe que Fernando lo sucederá algún día e intentara sacar lo mejor de él, para que la calidad perdure. ¿Si es su mejor alumno? Entre risas no lo admitirá nunca. "Trato de ser el mejor alumno", intercede Fernando.

Tiempo de preguntarle al hijo, entonces, cómo es su padre como profesor: "Es bravo, muy bravo. Pero ojo, está bién, por que así es que me volví exigente como él. Es complicado trabajar, vivir y estar con él; es distinto cómo me dice las cosas a mí que a un empleado. Por que tiene interés de que aprenda mejor que los demás." " Nos peleamos siempre" confiesa Don José.

- ¿Y FERNANDO ES UN BUEN CONTINUADOR DEL NOMBRE YACOPI?

- Es muy joven todavía (y se ríe por enésima vez, hasta que admite, risueñamente) va a tardar en fundirse.

Tranquilo al hablar, puede pasarse largos minutos explicando sobre los deshumectadores que le permiten conservar en buen estado sus guitarras de calidad, capaces de alcanzar un valor de cinco mil pesos, así como también sobre la historia de la guitarra, sus años de aprendiz de concertista, o confesar su pasión por la fotografía, hobby que ha despuntado a lo largo de los años con sus innumerables viajes alrededor del mundo.

Sin embargo, su carácter libre, independiente y, sobre todo, lúdico, se desnuda ante una simple pregunta: ¿Que le hubiese gustado ser si no fuera luthier?

"¡Pajarito!, toda la vida. Esto -dice señalando su entorno- es una idiotez", y corona su ocurrencia con una sonora y sincera carcajada.

Nota publicada en la revista FIRST (Argentina) Marzo 2005, Pag. 54

Guitarras Clásicas de Concierto, José Yacopi - Luthier, Guitarras Criollas, Guitarras Españolas

San Gines 759 (1646) San Fernando - Buenos Aires -Argentina
Tel.: 4744-4304 - Whatsapp 153-920-0700 - jyfyacopi@yacopi.com.ar