| Por suerte todavía no desaparecieron de esta tierra seres tan necesarios para la fantasía colectiva como son los poetas y pintores, algún navegante aventurero o buscadores de oro en la montaña. Los luthiers, artesanos que sobreviven también a este mundo tecnificado, siguen con la pésima costumbre de hacer cosas con sus manos, alejados de estos tiempos apresurados. José Yacopi (74) es uno de ellos. Nacido en la provincia española de Alava, desde que llegó a la Argentina en 1949 con toda su familia se dedicó a construir guitarras de concierto en su taller de la calle San Ginés, de San Fernando.
"Hago instrumentos musicales y no muebles", suele decir para que no queden dudas sobre su misión. Yacopi es considerado uno de los más famosos luthiers del país, reconocido internacionalmente por sus trabajos Durante estas cuatro décadas de labor ininterrumpida calcula haber realizado unas 20 mil guitarras, de las cuales 2.500 pertenecen a la categoría de artesanales.
"Las otras son de fabricación comercial". Apenas arribó a Buenos. Aires empezó a recorrer la ciudad para ofrecer su oficio. "Las guitarras que se usaban entonces eran todas importadas. Él oficio de luthier lo aprendí de mí padre Gamaliel Iacopi (es con i latina su apellido original), un genovés que hacía guitarras y violines. Mi primer contrato lo hice con la casa Romero Fernández, que estaba en la avenida Santa Fe 1050. Me compraron tres guitarras de concierto por mes durante cuatro años, como se había acordado."
Este español argentinizado (pero que aún conserva su acento) prefiere el arte de sacarle música a la madera con sus manos que hablar de su pequeña industria de guitarras. "El sonido es como, la prolongación de uno mismo. No hay una regla específica para hacer una guitarra. Es una mezcla de experiencia, capacidad y sensibilidad".
Yacopi era profesor de guitarra en España y reconoce que es casi imposible transmitir su arte. Muchos han trabajado y aprendido con él pero sólo el creador sabe cuándo la madera es perfecta, o cuándo varía el sonido por una parte mal encolada, si una cuerda milimétrica tiene forma oval en vez de ser matemáticamente redonda. Ojos, tacto y oído hacen una unidad perceptiva que determina al artista.
Las guitarras Yacopi también suenan en Suecia, España, Francia, Corea, Colombia y Uruguay. Construyó violines, mandolinas, contrabajos, laúdes y una vigüela. Restauró una guitarra que perteneciera a Roberto J. Payró y que le regalara luego al caudillo radical Fermín Muñoz. Para Yacopi todo parte de saber elegir la madera, buscarle formas, brillo. Aprender a escucharlas.
Pero todo continúa en la magia del artesano.
Nota publicada en la revista NOTICIAS (Argentina) el 03/06/1990, Pag. 54. |
